MI EXPERIENCIA EN EL MUNDO DEL VOLUNTARIADO Y EL ACTIVISMO LGTB

Voy a hablar de mi experiencia en este mundo y al final sacaré unas reflexiones finales. Para empezar, voy a dividir mi paso por el activismo en varias fases: 1) fase previa (2013-2014) 2) fase de máxima actividad (2015-2018) 3) renuncia (noviembre de 2018) 4) vuelta al activismo (finales de 2019).

Bien, empezando por la primera fase, fase previa, ¿qué puedo decir al respecto? Hay una parte de mi aquí que he de contar, porque es fundamental para entender el resto: soy transexual. Salí del armario como tal en 2014, pero antes hubo algo que me impulsó a dar ese paso en ese momento: un documental sobre un chico trans llamado "mi cuerpo secreto" (aún está en youtube). Eso me hizo darme cuenta de que, tarde o temprano, tendría que decirle a la gente que era un hombre, así que ¿por qué alargar más el momento? Una vez tomada la decisión, me puse en contacto con la primera persona transexual que conocí en persona, y más adelante conocí a muchas más, lo cual me hizo pasar a formar parte de Fundación Triángulo, la primera fundación a nivel estatal con la que colaboré. 

Mi estancia duró hasta 2016, año en el que algunos miembros de Triángulo decidimos formar nuestra propia asociación: ATC Rainbow. Desde 2015, han sido muchas las actividades en las que he participado, además de las experiencias vividas: he dado charlas, conocido a transexuales prostitutas menores de edad, personas maltratadas, participado en concentraciones y manifestaciones, aparecido en varios periódicos... y así fue hasta 2018, año en el que mi forma de pensar empezó a alejarse cada vez más del paradigma del movimiento queer y feminista más hegemónico. Un crímen en concreto fue el detonante: el asesinato de "la Eli", un joven que, hasta donde sabemos por información de su familia y amigos, era un joven gay que se travestía. Fue golpeado hasta la muerte en un baño de un centro comercial de Valladolid; esto sucedió en agosto de 2018. En cuanto se conocieron los hechos, muchas asociaciones empezaron a tomar cartas en el asunto y ahí algo me hizo ver lo perverso del asunto: todos la querían para sus propios fines. Nadie escuchaba los deseos de su familia, a partir de ese momento, se había convertido en un símbolo y mártir para la causa. Todo lo que sucedió, junto con mi cambio de mentalidad y forma de vivir, hicieron que presentase mi renuncia tan pronto como se anunciaron las manifestaciones en su memoria. Las conclusiones que saqué de todo esto eran, por un lado, que las asociaciones funcionan (en la práctica) como partidos políticos, llenos de altos cargos manirotos a los que no les interesa ayudar, solo llenarse los bolsillos y alzarse como modelos de persona virtuosa, en una especie de delirio narcisista. Lo otro que saqué en claro era que se había perdido el pensamiento crítico dentro de la esféra LGTB y feminista. 

Con este panoráma, ¿por qué decidí entonces regresar? Aún a día de hoy sigo sin tenerlo demasiado claro. Tal vez, por un lado, me siento inevitablemente ligado a esta causa por mi condición; sin embargo, aún con toda la escoria (y no lo digo en el sentido peyorativo, sino tomando su significado más literal, como lo que sobra) pienso que sigue habiendo cosas que nosotros podemos hacer desde las asociaciones. No somos los Vengadores ni la Liga de la Justicia, tampoco somos modelos de virtud ni de excelencia. Solamente actuamos para ayudar a otros en situaciones similares a la nuestra, porque entendemos por lo que pasan. Tengo claro que si he vuelto al activismo es para cambiar su rumbo y desmontar mitos posmodernos que de han construído dentro; se que no podré hacer algo a gran escala, pero como mímimo, podré cambiar mi entorno cercano. Para mí, es más que suficiente.

Voy a hablar de mi experiencia en este mundo y al final sacaré unas reflexiones finales. Para empezar, voy a dividir mi paso por el activismo en varias fases: 1) fase previa (2013-2014) 2) fase de máxima actividad (2015-2018) 3) renuncia (noviembre de 2018) 4) vuelta al activismo (finales de 2019).
Bien, empezando por la primera fase, fase previa, ¿qué puedo decir al respecto? Hay una parte de mi aquí que he de contar, porque es fundamental para entender el resto: soy transexual. Salí del armario como tal en 2014, pero antes hubo algo que me impulsó a dar ese paso en ese momento: un documental sobre un chico trans llamado "mi cuerpo secreto" (aún está en youtube). Eso me hizo darme cuenta de que, tarde o temprano, tendría que decirle a la gente que era un hombre, así que ¿por qué alargar más el momento? Una vez tomada la decisión, me puse en contacto con la primera persona transexual que conocí en persona, y más adelante conocí a muchas más, lo cual me hizo pasar a formar parte de Fundación Triángulo, la primera fundación a nivel estatal con la que colaboré. Mi estancia duró hasta 2016, año en el que algunos miembros de Triángulo decidimos formar nuestra propia asociación: ATC Rainbow. Desde 2015, han sido muchas las actividades en las que he participado, además de las experiencias vividas: he dado charlas, conocido a transexuales prostitutas menores de edad, personas maltratadas, participado en concentraciones y manifestaciones, aparecido en varios periódicos... y así fue hasta 2018, año en el que mi forma de pensar empezó a alejarse cada vez más del paradigma del movimiento queer y feminista más hegemónico. Un crímen en concreto fue el detonante: el asesinato de "la Eli", un joven que, hasta donde sabemos por información de su familia y amigos, era un joven gay que se travestía. Fue golpeado hasta la muerte en un baño de un centro comercial de Valladolid; esto sucedió en agosto de 2018. En cuanto se conocieron los hechos, muchas asociaciones empezaron a tomar cartas en el asunto y ahí algo me hizo ver lo perverso del asunto: todos la querían para sus propios fines. Nadie escuchaba los deseos de su familia, a partir de ese momento, se había convertido en un símbolo y mártir para la causa. Todo lo que sucedió, junto con mi cambio de mentalidad y forma de vivir, hicieron que presentase mi renuncia tan pronto como se anunciaron las manifestaciones en su memoria. Las conclusiones que saqué de todo esto eran, por un lado, que las asociaciones funcionan (en la práctica) como partidos políticos, llenos de altos cargos manirotos a los que no les interesa ayudar, solo llenarse los bolsillos y alzarse como modelos de persona virtuosa, en una especie de delirio narcisista. Lo otro que saqué en claro era que se había perdido el pensamiento crítico dentro de la esféra LGTB y feminista.
Con este panoráma, ¿por qué decidí entonces regresar? Aún a día de hoy sigo sin tenerlo demasiado claro. Tal vez, por un lado, me siento inevitablemente ligado a esta causa por mi condición; sin embargo, aún con toda la escoria (y no lo digo en el sentido peyorativo, sino tomando su significado más literal, como lo que sobra) pienso que sigue habiendo cosas que nosotros podemos hacer desde las asociaciones. No somos los Vengadores ni la Liga de la Justicia, tampoco somos modelos de virtud ni de excelencia. Solamente actuamos para ayudar a otros en situaciones similares a la nuestra, porque entendemos por lo que pasan. Tengo claro que si he vuelto al activismo es para cambiar su rumbo y desmontar mitos posmodernos que de han construído dentro; se que no podré hacer algo a gran escala, pero como mímimo, podré cambiar mi entorno cercano. Para mí, es más que suficiente.