NIETSZCHE, EL COACH DEFINITIVO
Es posible que esta sea ,hasta el momento, la entrada más extraña que he escrito. Por si alguien aún no lo ha notado, he procurado que cada uno de los temas de este blog relacione uno o varios filósofos con temas de educación. Así pues, paso a hablar de Nietzsche.
Nos encontramos en la época de la posmodernidad, concepto impreciso donde los haya, sin embargo, existe una especie de sensus comunis en aceptar que posmodernidad implica fin, desconfianza en la razón que ha demostrado que sus logros no son solo progresos y que los proyectos de emancipación del ser humano propios de la Ilustración han entrado en crisis. Es, en último término, como afirma Lyotard, el fin de los meta-relatos. Aquí nos situamos, en el fin de la historia, en palabras de Fukuyama. Nietzsche no era un posmoderno, pero sus ideas son las predecesoras a este momento histórico; él veía ya en su propio tiempo el fin de una civilización cuyos valores, que antes habían dominado, ahora están muertos. Entonces, el mundo y el hombre devienen nihilistas; no hay objetivos ni aspiraciones. Espero que nadie haya caído en depresión llegados a este punto. En cualquier caso, Nietzsche tiene la solución.
Aquí es donde surge el Nietzsche coach, influencer y orador motivacional todo en uno: la solución definitiva, la famosa teoría del superhombre (en aleman übermensch, cuya traducción más precisa sería ultrahumano, pero nos quedaremos con la versión oficial). El filósofo alemán (filólogo en realidad) se distingue de los libros de autoayuda y las Ted Talks al uso en, al menos, una cosa: el camino que él plantea no está al alcance de todos, no porque no tengan capacidad, sino porque no es un camino fácil de recorrer. Su método para lograr la vida auténtica consta de 3 fases: el camello, el león y el niño. El camello es aquel ser humano que aún lleva consigo los valores de la ley moral kantiana, lo lleva en su joroba (de ahí el nombre); después tenemos al león, el segundo estadío, la fase de la negación de esos valores morales impuestos y, por último, tenemos la fase del "yo quiero", la del niño, que representa la voluntad creadora y espontánea, que dice "sí" a la vida con todas sus consecuencias.
En la vida existe el sufrimiento y la desgracia, como ya habían aceptado los antiguos griegos; una existencia auténtica no puede desprenderse de esta parte. Pero evidentemente Nietzsche no plantea el mundo como un valle de lágrimas, el lo ve como una mezcla entre los momentos felices y los momentos trágicos, y nos invita a llevar a cabo nuestro propio proyecto de vida, plantea una estética de la existencia donde uno mismo es el que tiene que hacerse cargo de sí. Por eso hablo de él como el coach definitivo: abandona el paternalismo y la positividad tóxica para invitarnos a alcanzar la mayoría de edad, pero no en sentido kantiano, donde eso supone pensar por uno mismo y tener la libertad de hacer lo que debo; en este caso, vendría a significar abrazar el impulso creador y ordenador apolíneo y la parte caótica e impulsiva dionisiaca.
En esto consiste llevar una vida auténtica. Un antídoto para la insatisfacción.
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